Mear
en la oscuridad
Con
una mano apoyada en la pared
Mientras
la primera luz del día
Revela
entre los escombros
La
cabeza de una muñeca
Una
cabeza sin cuerpo
Una
cabeza con una corona de clavos
Soñar
toda la vida de manera obsesiva
Con
una especie de picnic
Una
escena en la que mujeres con grandes escotes
Se
abanican y ríen por lo bajo
Criados
que van y vienen imperturbables
Con
bandejas que tintinean
La
típica escena que parece sacada
De
un libro de Jane Austen
Un
poco más allá hay dos pavorreales
Persiguiéndose
con las colas extendidas
Parecen
estar jugando
Como
dos arcoíris en celo
Hasta
que uno hunde el pico en el cuello del otro
Y
la sangre empieza a salpicar el césped
Las
estatuas de los querubines al borde de las fuentes
Los
trajes y vestidos de los comensales
Pero
nadie dice ni hace nada
Mirar
sin parpadear un anillo
Hasta
marearte
Y
perder la conciencia
Es
decir
La
idea misma de anillo
Enamorarte
de una palabra
Poco
tiempo después odiar siquiera pensar
Que
en un momento de tu vida
Prácticamente
era lo único que sabías decir
Entonces
evitás usarla bajo todos los medios
Hasta
lograr olvidarla
Aunque
muchos años después
Un
día de repente la recordás
Y
sentís algo parecido a las arcadas
Pero
no son exactamente arcadas
Y
perdés la conciencia
Por
segunda vez en tu vida
Durante
un viaje en bote
O
en la mitad de un brindis
Y
eso no es todo:
Viajar
conocer gente
Casarte
o no
Tener
hijos o no
Asistir
a un desfile con todas las escenas
De
la película de tu vida
Una
película de terror muda
Con
unos pocos momentos de calma
De
distensión —casi recreos—
Estratégicamente
esparcidos
Al
principio y cerca del final
De
esos que llaman
Alivio cómico
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