Una mujer se lleva la mano a la boca
Acaba
de descubrir que está embarazada
Piensa
en la última vez que tuvo sexo
Hace
memoria del primero hasta el último de los detalles
A
las cinco y media de la madrugada
Está
esperando a su amante cerca del astillero
A
pesar de que él entra a las seis
Cuando
lo ve llegar le dice tenemos que hablar
Pero
no sabe que su amante es un telépata
Capaz
de leer los pensamientos de ella
Y
de varias otras mujeres del pueblo
Él
insiste en que se reúnan a las seis de la tarde
En
el borde del bosque
Cuando
termine su jornada laboral
Pero
una vez juntos antes de que él siquiera escuche
La
introducción ensayada que la tuvo despierta
Toda
la noche
Apenas
la tiene en frente intenta morderla
Primero
la bufanda que termina escupiendo
Y
después el manubrio de la bicicleta
Que
ella deja caer para perderse entre los árboles
Corre
y corre sin mirar atrás un largo rato
El
suficiente como para no encontrar el camino de regreso
Se
hace de noche se duerme contra un árbol
En
un momento el ulular de una lechuza la despierta
Y
la sed le devora la garganta
Sigue
con sus últimas fuerzas
Hasta
encontrar una corriente de agua
En
la que hunde su cabeza haciendo equilibrio sobre unas rocas
Un
poco más allá ve un ojo de fuego
Suspendido
en la oscuridad
Se
arrastra hasta entrever el contorno circular de una cabaña
Al
gritar ayuda tres hermanas abren la
puerta
Tres
viejitas que la invitan a pasar
Y
le ofrecen un techo comida consejos
Sin
pedir nada a cambio
Vive
un tiempo con ellas
Como
si fuera la hermana número cuatro
O
una prima que acaba de volver de un viaje
Que
no salió como esperaba
Y
necesita urgente reordenar sus ideas
Hasta
que un día le comunican que llegó la hora de elegir
Entre
volver al pueblo
O
aprender el oficio de la brujería
Ya
que han visto que tiene aptitudes
Una
cierta perspectiva afín que sale a relucir
En
los quehaceres de la vida diaria
Algo
así como una predisposición áurica
Pero
la mujer duda
No
responde afirmativamente de rodillas
Lo
que al parecer ninguna de las tres hermanas esperaba
Entonces
la mayor le agarra la muñeca
Y
comienza a leerle la palma de la mano
Donde
hay escrita una historia larguísima
Que
la bruja murmura para sí misma
Mientras
sus ojos se van poniendo en blanco
La
mujer infiere por el tono de voz
Que
las cosas por un tiempo le van a ir mal
Después
muy bien demasiado bien se podría decir
Una
seguidilla increíble de varios triunfos personales
Hasta
que la bruja de repente calla le suelta la mano
Pide
por protección en una lengua desconocida
Su
cara de momia deformada por el horror
Las
otras dos echan a la mujer de la cabaña
Cuidando
de no tocarla directamente
Sin
importarle que casi no puede caminar
Por
el tamaño de su vientre
No
le queda más opción que volver a vagar por el bosque
¿Intentar
otra vez encontrar el camino de regreso al pueblo?
Esa
misma noche la menor de las brujas la alcanza
La
cubre con una manta le deja una canasta con comida
Y
hace aparecer en la mano de la mujer
Un
frasco con un brebaje que no necesita de explicaciones
Finalmente
antes de despedirse
Un
último regalo
Le
explica cómo llegar al puerto
A
qué bar debe ir y cómo debe vestirse
Para
que la confundan con un hombre
Y
poder pedir trabajo como marinero
En
alguno de los tantos barcos que cada mañana
Se
alejan para siempre de esta playa maldita